Juanchoo
Forero Experto
Os dejo un análisis (prueba) del Mitsubishi Eclipse Cross PHEV, de los colegas de E. Racer. Por si a alguien le vale a la hora decantarse por el MItsubishi Eclipse Cross PHEV.
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El Mitsubishi Eclipse Cross apareció en el mercado en octubre de 2017 y buscaba ser un revulsivo para las ventas, dada la popularidad que estaban teniendo los SUV compactos. Esa popularidad ya venía de antes, pero por entonces estaba tomando mayor peso en el mercado y otros fabricantes estaban sacando buenos réditos en el segmento. La idea de aprovechar el nombre del “viejo” coupé se debe, básicamente, a temas de marketing, es evidente que no tienen nada que ver el uno con el otro. Pero todo esto solo sirve para darle más vueltas a un tema que no sirve para nada y que enturbia totalmente la impresión que se pueda tener del coche. Eso supone un problema, porque se estaría juzgando un producto por su denominación, olvidando el resto de sus cualidades, que por cierto, son muchas. No es un modelo deportivo, olvida eso porque ni siquiera lo pretende, sin embargo, sí que presenta otras características que lo hacen bastante interesante según el uso que se le pueda dar al coche. Por ejemplo, además de ser muy cómodo y tener una calidad de rodadura muy conseguida, no se amedrenta frente a escapadas por terrenos menos propicios que el asfalto.
El Eclipse Cross actual es todavía la primera generación del modelo lanzado en 2017, que fue sometido a un restyling en 2020 recibiendo un nuevo frontal que destaca por su personalidad y algunos cambios en la gama de motores, la cual, se limita al grupo motor híbrido enchufable con 188 CV que montaba la unidad de pruebas, que se puede combinar con tres acabados. En nuestro caso, era un Mitsubishi Eclipse Cross Kaiteki, el más alto de la gama, que no viene mal equipado y ofrece una agradable vida a bordo.
Y ya que se menciona la vida a bordo, me parece interesante comenzar con el habitáculo del Mitsu, porque bajar de cualquier coche para subirte al Eclipse Cross ofrece un contraste enorme. Y no es porque sea un mal interior, más bien destaca por su sensación general de calidad, por el tono oscuro de todos los plásticos y por su montaje, que resulta impecable. En realidad ofrece un contraste por su diseño, que resulta bastante clásico, no tan rebuscado como ocurre con algunas marcas, ni tan sencillo y espartano como se estila en otras. Resulta atractivo y ofrece, como decía antes, una vida a bordo especialmente agradable, pero su diseño te devuelve a comienzos de la década pasada.
Esa sensación de diseño clásico también se aprecia, por ejemplo, en el volante o en la instrumentación. Aquí no hay cosas raras como el volante de los Peugeot, ni recortes en la parte baja o formas complejas, hay volante circular tapizado con un cuero que, todo hay que decirlo, me gustó mucho por tacto. Es tirando a rugoso, no resbala y su aspecto es bastante bueno. La instrumentación son las típicas esferas “de toda la vida”, fáciles de leer, fáciles de entender y completamente funcionales. Entre ellas, una pantalla digital con información variada. Es un gustazo poder tener una instrumentación clara y legible, sobre todo viendo los sistemas con pantallas configurables que se han puesto de moda. Con tal de llamar la atención, de ofrecer un sistema más llamativo y del que poder presumir, consultar ciertas cosas se ha vuelto algo complicado y no siempre se puede hacer con un simple golpe de vista, a veces cuesta entender lo que se está mostrando.
Más sencillo y más cómodo, sobre todo cuando quieres poner la calefacción. El Mitsubishi Eclipse Cross mantiene los mandos físicos para el climatizador y para muchas otras funciones, aunque casi todos se aglutinan en los radios del volante y a la izquierda del mismo. No me gusta tanto el selector de la caja de cambios, tiene un tacto un poco “plasticoso” y su manejo me resultó un poco endeble, demasiado blando en su accionamiento.
La sensación de clasicismo volvemos a encontrarla con el sistema multimedia. El diseño de los gráficos parecen sacados de un Windows 95. Es práctico y sencillo de usar, mucho más que otros sistemas más vistosos, pero no deja de llamar la atención al ofrecer un contraste enorme. No me importa que la pantalla sea pequeña, al final cumple con su función con suficiente soltura, así que no veo motivos para poner una más grande.
No aparenta tener 188 CV
Para dar vida al Mitsubishi Eclipse Cross PHEV, se recurre a un bloque de cuatro cilindros y 2.4 litros, que funciona con ciclo Atkinson y rinde 94 CV. Se asocia a dos motores eléctricos, uno que acciona las ruedas delanteras y rinde 82 CV y otro, que actúa sobre las traseras y alcanza los 95 CV. Combinados, los tres motores ofrecen 188 CV y dan forma al sistema de tracción total que la marca llama “Super-All Wheel Control”. Según la propia marca, es el mismo grupo motriz híbrido que usa el Mitsubishi Outlander, aunque en el Outlander alcanza los 224 CV.
Por cifras, lo primero que se puede pensar es que tenemos entre manos un coche con fuerza, con capacidad de aceleración y con buenas prestaciones. Sin embargo, en la práctica, la sensación es que no hay 188 CV, faltan unos cuantos. Es una sensación que también ocurre con Toyota y se debe, básicamente, a la transmisión, pues Mitsubishi también recurre a un cambio de tipo variador continuo, ofreciendo su característico funcionamiento que no gusta a todo el mundo. Por suerte, el Eclipse Cross está muy bien insonorizado y el rumor que llega al habitáculo no es para nada molesto. De hecho, el aislamiento general del interior es lo que hace muy agradable el uso del coche en todo momento.
Circular por ciudad, por ejemplo, no tiene misterio con este coche. Es cómodo, pasa por las rotos del terreno sin sacudir al pasaje y su condición de híbrido enchufable facilita las cosas. Ya he comentado en alguna ocasión, que por mi lugar de residencia, las cargas de la batería son un problema y una molestia, pero reconozco que con baterías cargadas cualquier híbrido enchufable es una bendición en estas circunstancias. Circular sin gastar una sola gota de gasolina y en completo silencio se agradece muchas veces. Por suerte, el Eclipse Cross siempre guarda una pequeña carga de energía en su batería, que ayuda más de lo que parece. Gracias a esa poca cantidad de energía, siempre tienes los motores disponibles y en ocasiones, como en cruces con poca visibilidad o cuando te cuelas en una rotonda (a todos nos ha pasado alguna vez), basta un pisotón al acelerador para que el coche salga disparado.
El Mitsubishi Eclipse Cross no es un coche que deje con la boca abierta por su comportamiento o por sus prestaciones, pesa bastante (casi dos toneladas) y eso también lastra a la hora de ganar velocidad, pero la inmediatez de los motores eléctricos te saca de más de un atolladero. También son muy útiles cuando sales del asfalto, donde su configuración general empieza a cobrar algo de sentido, haciendo del Eclipse Cross uno de los SUV que mejor se desenvuelven en terrenos abruptos.
Las cosas mejor con calma
Cuando te pones en marcha por primera vez con el Eclipse Cross, notas inmediatamente que las suspensiones son más blandas de lo que esperabas en un primer momento. No es necesario recorrer muchos kilómetros para notar que con este Mitsu, las cosas mejor con calma. La carrocería se mueve, cabecea e inclina en curvas y a poco que aprietes el ritmo, tarda un suspiro en perder la compostura. No es un coche al que le guste la velocidad, pero a cambio, sí que ofrece buenas maneras en campo.
Los SUV, como todos ya sabéis, ofrece una imagen similar a un todoterreno, el principal argumento de ventas, pero no son, ni de lejos, un todoterreno. De hecho, por lo general, se encuentran fuera de lugar cuando se les saca del asfalto. Pero en el caso del Eclipse Cross, las sensaciones que tenía con el coche me hicieron pensar que no haría mal papel en tierra y barro y no me equivoqué. Ojo, no es un todoterreno, las locuras mejor con una L200 (así no salimos de la marca), pero aún así, llama mucho la atención lo bien que se defiende el Eclipse Cross. Además, cuenta con una particularidad que ayuda enormemente en estas situaciones.
Hay dos levas tras el volante, que no controlan la caja de cambios, en realidad permiten regular la retención de los motores eléctricos y al mismo tiempo, el nivel de recuperación de energía. La leva izquierda aumenta la retención, la derecha la reduce. Es un sistema súper práctico, que acabas usando constantemente por carretera y fuera de ella, evitando tocar los frenos en muchas ocasiones. En campo, ayuda a afrontar pendientes sin tener que recurrir a otros medios, como los frenos o el sistema de control de descenso. También te puedes ayudar de la posición B del selector del cambio. Además, de paso, se recarga la batería y tienes energía para poder negociar la próxima subida con potencia de sobra.
Las suspensiones, esas que en carretera te dicen que bajes el ritmo, en campo permite más bien lo contrario. Puedes llevar un ritmo bastante rápido con bastante solvencia y con mucho control de la situación. Los agujeros, las zanjas y las rodadas no son problema, siempre que no sean muy profundas o tengan muy poca adherencia, sobre todo gracias a lo fácil que resulta graduar la potencia necesaria con el acelerador y de nuevo, a la inmediatez de los motores eléctricos.
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El Mitsubishi Eclipse Cross apareció en el mercado en octubre de 2017 y buscaba ser un revulsivo para las ventas, dada la popularidad que estaban teniendo los SUV compactos. Esa popularidad ya venía de antes, pero por entonces estaba tomando mayor peso en el mercado y otros fabricantes estaban sacando buenos réditos en el segmento. La idea de aprovechar el nombre del “viejo” coupé se debe, básicamente, a temas de marketing, es evidente que no tienen nada que ver el uno con el otro. Pero todo esto solo sirve para darle más vueltas a un tema que no sirve para nada y que enturbia totalmente la impresión que se pueda tener del coche. Eso supone un problema, porque se estaría juzgando un producto por su denominación, olvidando el resto de sus cualidades, que por cierto, son muchas. No es un modelo deportivo, olvida eso porque ni siquiera lo pretende, sin embargo, sí que presenta otras características que lo hacen bastante interesante según el uso que se le pueda dar al coche. Por ejemplo, además de ser muy cómodo y tener una calidad de rodadura muy conseguida, no se amedrenta frente a escapadas por terrenos menos propicios que el asfalto.
El Eclipse Cross actual es todavía la primera generación del modelo lanzado en 2017, que fue sometido a un restyling en 2020 recibiendo un nuevo frontal que destaca por su personalidad y algunos cambios en la gama de motores, la cual, se limita al grupo motor híbrido enchufable con 188 CV que montaba la unidad de pruebas, que se puede combinar con tres acabados. En nuestro caso, era un Mitsubishi Eclipse Cross Kaiteki, el más alto de la gama, que no viene mal equipado y ofrece una agradable vida a bordo.
Y ya que se menciona la vida a bordo, me parece interesante comenzar con el habitáculo del Mitsu, porque bajar de cualquier coche para subirte al Eclipse Cross ofrece un contraste enorme. Y no es porque sea un mal interior, más bien destaca por su sensación general de calidad, por el tono oscuro de todos los plásticos y por su montaje, que resulta impecable. En realidad ofrece un contraste por su diseño, que resulta bastante clásico, no tan rebuscado como ocurre con algunas marcas, ni tan sencillo y espartano como se estila en otras. Resulta atractivo y ofrece, como decía antes, una vida a bordo especialmente agradable, pero su diseño te devuelve a comienzos de la década pasada.
Esa sensación de diseño clásico también se aprecia, por ejemplo, en el volante o en la instrumentación. Aquí no hay cosas raras como el volante de los Peugeot, ni recortes en la parte baja o formas complejas, hay volante circular tapizado con un cuero que, todo hay que decirlo, me gustó mucho por tacto. Es tirando a rugoso, no resbala y su aspecto es bastante bueno. La instrumentación son las típicas esferas “de toda la vida”, fáciles de leer, fáciles de entender y completamente funcionales. Entre ellas, una pantalla digital con información variada. Es un gustazo poder tener una instrumentación clara y legible, sobre todo viendo los sistemas con pantallas configurables que se han puesto de moda. Con tal de llamar la atención, de ofrecer un sistema más llamativo y del que poder presumir, consultar ciertas cosas se ha vuelto algo complicado y no siempre se puede hacer con un simple golpe de vista, a veces cuesta entender lo que se está mostrando.
Más sencillo y más cómodo, sobre todo cuando quieres poner la calefacción. El Mitsubishi Eclipse Cross mantiene los mandos físicos para el climatizador y para muchas otras funciones, aunque casi todos se aglutinan en los radios del volante y a la izquierda del mismo. No me gusta tanto el selector de la caja de cambios, tiene un tacto un poco “plasticoso” y su manejo me resultó un poco endeble, demasiado blando en su accionamiento.
La sensación de clasicismo volvemos a encontrarla con el sistema multimedia. El diseño de los gráficos parecen sacados de un Windows 95. Es práctico y sencillo de usar, mucho más que otros sistemas más vistosos, pero no deja de llamar la atención al ofrecer un contraste enorme. No me importa que la pantalla sea pequeña, al final cumple con su función con suficiente soltura, así que no veo motivos para poner una más grande.
No aparenta tener 188 CV
Para dar vida al Mitsubishi Eclipse Cross PHEV, se recurre a un bloque de cuatro cilindros y 2.4 litros, que funciona con ciclo Atkinson y rinde 94 CV. Se asocia a dos motores eléctricos, uno que acciona las ruedas delanteras y rinde 82 CV y otro, que actúa sobre las traseras y alcanza los 95 CV. Combinados, los tres motores ofrecen 188 CV y dan forma al sistema de tracción total que la marca llama “Super-All Wheel Control”. Según la propia marca, es el mismo grupo motriz híbrido que usa el Mitsubishi Outlander, aunque en el Outlander alcanza los 224 CV.
Por cifras, lo primero que se puede pensar es que tenemos entre manos un coche con fuerza, con capacidad de aceleración y con buenas prestaciones. Sin embargo, en la práctica, la sensación es que no hay 188 CV, faltan unos cuantos. Es una sensación que también ocurre con Toyota y se debe, básicamente, a la transmisión, pues Mitsubishi también recurre a un cambio de tipo variador continuo, ofreciendo su característico funcionamiento que no gusta a todo el mundo. Por suerte, el Eclipse Cross está muy bien insonorizado y el rumor que llega al habitáculo no es para nada molesto. De hecho, el aislamiento general del interior es lo que hace muy agradable el uso del coche en todo momento.
Circular por ciudad, por ejemplo, no tiene misterio con este coche. Es cómodo, pasa por las rotos del terreno sin sacudir al pasaje y su condición de híbrido enchufable facilita las cosas. Ya he comentado en alguna ocasión, que por mi lugar de residencia, las cargas de la batería son un problema y una molestia, pero reconozco que con baterías cargadas cualquier híbrido enchufable es una bendición en estas circunstancias. Circular sin gastar una sola gota de gasolina y en completo silencio se agradece muchas veces. Por suerte, el Eclipse Cross siempre guarda una pequeña carga de energía en su batería, que ayuda más de lo que parece. Gracias a esa poca cantidad de energía, siempre tienes los motores disponibles y en ocasiones, como en cruces con poca visibilidad o cuando te cuelas en una rotonda (a todos nos ha pasado alguna vez), basta un pisotón al acelerador para que el coche salga disparado.
El Mitsubishi Eclipse Cross no es un coche que deje con la boca abierta por su comportamiento o por sus prestaciones, pesa bastante (casi dos toneladas) y eso también lastra a la hora de ganar velocidad, pero la inmediatez de los motores eléctricos te saca de más de un atolladero. También son muy útiles cuando sales del asfalto, donde su configuración general empieza a cobrar algo de sentido, haciendo del Eclipse Cross uno de los SUV que mejor se desenvuelven en terrenos abruptos.
Las cosas mejor con calma
Cuando te pones en marcha por primera vez con el Eclipse Cross, notas inmediatamente que las suspensiones son más blandas de lo que esperabas en un primer momento. No es necesario recorrer muchos kilómetros para notar que con este Mitsu, las cosas mejor con calma. La carrocería se mueve, cabecea e inclina en curvas y a poco que aprietes el ritmo, tarda un suspiro en perder la compostura. No es un coche al que le guste la velocidad, pero a cambio, sí que ofrece buenas maneras en campo.
Los SUV, como todos ya sabéis, ofrece una imagen similar a un todoterreno, el principal argumento de ventas, pero no son, ni de lejos, un todoterreno. De hecho, por lo general, se encuentran fuera de lugar cuando se les saca del asfalto. Pero en el caso del Eclipse Cross, las sensaciones que tenía con el coche me hicieron pensar que no haría mal papel en tierra y barro y no me equivoqué. Ojo, no es un todoterreno, las locuras mejor con una L200 (así no salimos de la marca), pero aún así, llama mucho la atención lo bien que se defiende el Eclipse Cross. Además, cuenta con una particularidad que ayuda enormemente en estas situaciones.
Hay dos levas tras el volante, que no controlan la caja de cambios, en realidad permiten regular la retención de los motores eléctricos y al mismo tiempo, el nivel de recuperación de energía. La leva izquierda aumenta la retención, la derecha la reduce. Es un sistema súper práctico, que acabas usando constantemente por carretera y fuera de ella, evitando tocar los frenos en muchas ocasiones. En campo, ayuda a afrontar pendientes sin tener que recurrir a otros medios, como los frenos o el sistema de control de descenso. También te puedes ayudar de la posición B del selector del cambio. Además, de paso, se recarga la batería y tienes energía para poder negociar la próxima subida con potencia de sobra.
Las suspensiones, esas que en carretera te dicen que bajes el ritmo, en campo permite más bien lo contrario. Puedes llevar un ritmo bastante rápido con bastante solvencia y con mucho control de la situación. Los agujeros, las zanjas y las rodadas no son problema, siempre que no sean muy profundas o tengan muy poca adherencia, sobre todo gracias a lo fácil que resulta graduar la potencia necesaria con el acelerador y de nuevo, a la inmediatez de los motores eléctricos.